Con la mano alzada y la falda remangada, la escultura realizada en cobre por el escultor bilbaíno J. Lucarini recuerda a las famosas sardineras de Santurtzi y pone en valor el sacrificado trabajo de la venta ambulante de pescado.
Sus cestas ovaladas con hasta 20kg de pescado y sus pies descalzos, eran signos de esfuerzo, tesón y humildad. Fieles a su propósito, la venta del pescado fresco, no se rendían ante las inclemencias del tiempo.
Las sardineras, originarias del barrio de Mamariga, esperaban con anhelo la llegada de sus arrantzales y las ansiadas capturas de pescado que tantas bocas eran capaz de alimentar.
Incansables, recorrían las localidades con entusiasmo acompañadas de su espíritu de lucha y su voz, que tan frecuentemente entonaba la popular canción "Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la orilla..."